Les explico que la vida es como una habitación muy grande, sin muebles….
Los mayores, ya la tenemos llena de trastos que acumulamos a lo largo de los años, de objetos que nos trasladan a tiempos pasados, unas veces buenos, otras no tanto. En esa habitación hay mesas enormes en las que hoy, sólo se sienta un comensal, sillas de tres patas, camas deshechas, jarrones chinos, y a veces, un ramo de flores silvestres que da color a ese caos.
Algunos mayores nos aventuramos a hacer limpieza y conseguimos encontrar hueco a lo verdaderamente importante; nos libramos de relaciones tóxicas, de amistades interesadas, de trabajos que te asfixian, pero no siempre contamos con la lucidez suficiente para ello. A veces es el miedo a encontrarnos solos sin nada a lo que aferrarnos en esas cuatro paredes de metacrilato, otras el peso de los recuerdos, que es muy poderoso, y sólo con cerrar los ojos, puede devolvernos un instante feliz; da igual, seguimos con la vida llena de trastos.
Vosotros, les digo, tenéis una inmensidad diáfana, de cuatro esquinas invisibles, que podéis ir alojando a vuestro antojo. Ahí está la esencia, en enseñaros a escoger aquello que os podrá acompañar sin lastrar vuestro espacio vital.
Quiero enseñaros la fórmula, si es que yo la sé, para valorar lo material en su justa medida, para dejar siempre en esa habitación sitio para que crezcan los sueños, que no se acumulen los cachivaches inservibles, que no se empolven las ilusiones, y que cada objeto o sujeto que entren a formar parte de vuestra historia, cada relación, cada amistad, cada decisión, que siempre sumen, que nunca resten.
Por eso niños, tened siempre una ventana abierta por donde entre el sol a raudales, un alféizar para apoyarse a ver una atardecer, abridla de par en par y que se cuele el olor a otoño, a mar, aunque estéis en tierra firme; si conseguís huir de lo material sin esencia, encontraréis la luz.
Que vuestra habitación se llene de música cada mañana, que aprendáis a vivir felices con lo justo, mucho amor y algo de abrigo para las noches frías. Y lo más importante, no olvidéis dejar una enorme pista para despegar y volar cuando sea necesario.
Es un post precioso, me encanta todo lo que cuentas, porque es como la vida misma. Gracias por compartir tus experiencias, son muy enriquecedoras.
Me ha encantado, eres una artista¡¡¡ ojalá los mayores podamos librarnos de todo lo superficial¡