“Lo primero es lo primero” Seguro que alguna vez habéis escuchado esta frase, incluso pronunciado. En los momentos en los que la vida aprieta y te zarandea, y los tuyos sufren, los tuyos de verdad, tus hijos, tu pareja, tus padres, tus hermanos, y para de contar, a todos nos alumbra la clarividencia y de forma innata se ordenan esas prioridades. Y sabemos qué es lo primero.
Cuando sientes que todo lo que quieres se tambalea por circunstancias que tú no has provocado, cuando caminas con un dolor dentro que te permite mover las piernas sin avanzar, mirar sin ver, oír sin escuchar, y juras y perjuras, que si sales de esta, si la vida le da a tu ser querido una oportunidad, esas prioridades jamás se cambiarán, entonces, solo entonces, ha empezado el viaje.
Podemos enseñar a nuestros hijos muchas cosas, apuntarlos a cientos de clases extraescolares, inglés, futbol, baile, alemán, chino, natación, pero el orden de las prioridades sólo se lo puedes enseñar tú.
Y es que la vida es un viaje, en el que tendremos muchos compañeros sentados al lado, en ese barco, en ese tren que nos desplaza del pasado al futuro sin dejarnos casi disfrutar el presente, convirtiendo el día a día en un paisaje fugaz de ventanilla que apenas rozamos con la punta de los dedos.
Un atardecer que se repite casi en un abrir y cerrar de ojos, pero del que no podemos disfrutar, y no sabemos por qué razón.
Pero volviendo a las prioridades, no hay dinero suficiente, no hay trabajo, no hay hipoteca, no hay situación económica que hoy, después de lo vivido, me haga alterar ese orden. Lo primero es mi familia. Y suena a tópico, pero es así de simple.
Los momentos con ellos, con tus hijos, con tu pareja, son únicos, sólo tú puedes provocarlos y disfrutarlos, sólo tú puedes ordenar esas preferencias para que lo fundamental esté en el primer lugar. Sólo tú.
Es domingo, no hay tareas de la casa suficientemente importantes, la plancha, la limpieza, la lavadora, todo puede esperar, disfruta con ellos jugando en la cama.
Súbelos al cielo con tus piernas, hazles el avión y que te bajen una estrella, para curar con su polvo las agujetas que tendrás el resto de la semana.
Sal al parque, al campo, corre tras de ellos hasta que sientas el corazón estallar, túmbate en la hierba, abrázalos fuerte, agarra esos momentos, que mañana es mañana y hoy está aquí.
Y cuando te dejen descansar, piensa un solo segundo, qué sería tu vida sin ellos.
Si un día despertaras, y esa pesadilla, fuera realidad, y uno de ellos faltase. Un escalofrío recorre tu cuerpo. Tranquila, es el viento, que está empezando a impulsarte hacia la dirección correcta.
No pretendo dar lecciones, ni adoctrinar, esto de vivir es un aprendizaje constante.
Un camino no marcado, en el que paras continuamente para comprobar ese mapa que a veces se muestra abstracto e impreciso.
Pero poniéndolos a ellos en primer lugar, creo que vamos en la dirección correcta. El otro día un compañero me decía que tenemos mucho trabajo en estas fechas, y que eso le quita el sueño. No pude evitarlo, solté una carcajada. Por ahí no, por ahí no amigo. Y eso no significa que sea menos responsable, que va, muy contentos que están con mi rendimiento.
Pero en mis sueños no caben balances ni cuentas de resultado, ni morosidad ni periodos medios de pago, ni presupuestos, ni contratos, esos que me esperen donde corresponde, mientras tanto, dormiré a pierna suelta si escucho la respiración tranquila de los míos en la oscuridad de la noche.
Ese es el camino amiga, ven conmigo, cada vez somos más las que pensamos así. Que lo primero, es lo primero. Ven, acompáñame, que creo que he empezado a desentrañar este mapa. No sé el destino cierto, pero sí que seremos felices en el camino.